lunes, 5 de febrero de 2018

Mi experiencia estudiando Comunicación en la Anáhuac




Foto de Gerardo Campero


Por Daniela Alcántara 



Estas son las palabras que me hubiera gustado leer en mi primer día de clases, cuando al entrar por la puerta grande del edificio B, me sentí intimidada. Aún recuerdo que mi primera clase fue Mercadotecnia, donde nos enseñaron que nosotros mismos éramos nuestra marca personal y que de nosotros dependía cómo nos vendíamos al mundo. Yo, a mis escasos 18 años, pensaba que en el curso de 4 años de carrera iba a aprender a cómo ser alguien en la vida. Pero estaba equivocada.

En la carrera aprendí muchísimas cosas, eso es cierto. Aprendí la diferencia entre el obturador y el diafragma, aprendí a usar programas de Adobe (de manera intermedia), aprendí quién era Lasswell y aprendí a escribir un sinfín de ensayos sobre la posmodernidad y la influencia de los medios en la sociedad. Aprendí que me gustaba Comunicación, que eso sí fue bastante importante en cuanto a mis proyectos de vida.

Sin embargo, no aprendí a ser ‘alguien en la vida’. Esas cosas no se aprenden en un salón de clases. Se aprenden mientras hacemos cosas, se aprenden con la experiencia. Se aprenden con los buenos y los malos momentos.


Yo en mi primera clase de Fotografía a las 7 de la mañana. Se nota la emoción en mi rostro. 

Una de las mejores cosas de estudiar una licenciatura y específicamente, estudiar una licenciatura en Comunicación, es el tipo de personas con las que aprendes a convivir. Aunque no dudo que en otras carreras haya personas muy diversas, lo cierto es que algo que me encanta de mi carrera es lo fácil que puedes convivir con personas que comparten el amor por los medios pero que no tienen la misma personalidad ni carácter. En Comunicación hay de todo. Desde los más amigueros y ruidosos que claramente aman estar frente a los reflectores, hasta los más callados cuya pasión radica en tomar fotografías, hacer diseño de audio, o en mi caso, escribir para periódicos locales.

Comunicación es un mundo lleno de personas creativas y apasionadas. Gente que, aunque llega un poco confundida y nublada por la gran variedad de opciones que oferta nuestra carrera, termina enamorándose de algo. Sea lo que sea, los que estudiamos Comunicación estamos enamorados de la expresión, como quiera que ésta adquiera forma.


En mi caso, la expresión es palabra, aunque también es cine, y en ocasiones, también transmuta en fotografía y en podcasts.


Yo contemplando mi propia muerte dentro de mi cortometraje 'El Mataperras'


No, es mentira que, al salir de la carrera, automáticamente ‘eres alguien en la vida’; pero creo yo, que estudiar Comunicación me abrió los horizontes y me amplió mi panorama en cuanto a las posibilidades que tengo como una joven de 21 años, en la búsqueda de cumplir sus sueños. Es por eso que agradezco haber pasado 4 años de mi vida en la Escuela de Comunicación de la Universidad Anáhuac. Ahora me toca seguir creyendo en mi amor por la expresión, donde sea que lo encuentre.

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