Por Fernando Muñoz Ocampo
Octavio
Paz. Su pluma entregó El Laberinto de la
Soledad, uno de los trabajos más reconocidos de la literatura mexicana. Y
es que el autor, mexicano arraigado y amante de su patria, muestra en este
trabajo sus preocupaciones respecto al mismo mexicano y lo que significa serlo.
Nos pone a las personas nacidas en este territorio en esa incógnita incluso
existencial ¿Qué acaso no se dice que la falta identidad es la crisis más
grande de este tiempo?
Para dar
fluidez a mis palabras, tomé como punto de partida elemental, el cuarto ensayo
del libro ya mencionado: Los Hijos de la
Malinche.
El escritor
hace un recorrido por distintos componentes de la sociedad mexicana, y realiza
una analogía que afirma que “el carácter de los mexicanos es un producto de las
circunstancias sociales imperantes en nuestro país”. (Paz, 1950: 29). Una vez
aclarado esto, expone la historia de estas circunstancias, observando a ésta
como un tejido de realidad perdurable, para dar paso a una tésis algo cruda.
Además, se
vale del uso del lenguaje, específicamente de una palabra floreada, prohibida,
de connotaciones fuertes, una explosión de nuestro idioma que refleja nuestra
ira e impotencia, palabra la cual pido por favor, sea contextualizada dentro de
los límites cabales de este artículo. Chingar.
La frase, ¡Que Viva México hijos de la Chingada!,
grito de guerra y de fiesta, tiene un trasfondo importante en el sentir del
mexicano. La palabra chingar tiene una vasta serie de significados dependiendo
del contexto que den los labios que la pronuncia, pero en definitivo, es un
vocablo que incita algo roto, corrompido, violado. Por ende, en la frase
anteriormente dicha, la Chingada es
la madre violada, a la fuerza.
![]() |
Cortés y la Malinche por José Clemente Orozco (1926) |
En este punto, Octavio Paz hace el paralelo de esta madre violada con la Malinche, que traicionó a su propio pueblo para después ser olvidada por su amante, Hernán Cortés. Incluso, el adjetivo malinchista, usado para describir lo antimexicano y lo pro-extranjero, viene de este acto de traición, jamás perdonado por el mexicano.
“En ese
grito condenamos nuestro origen y renegamos de nuestro hibridismo.” (Paz, 1950:
36). Al repudiar a esta relación de la Malinche y Cortés, el mexicano niega su
origen histórico, niega todo un componente de tradiciones. En concreto, el
pesar del mexicano es sentir que no pertenece a nadie, porque no aceptamos lo
que somos; no conectamos ni con los indígenas ni con los españoles, y el
mestizaje no es aceptado. Repudiamos lo que somos, lo que hacemos y lo que
hemos vivido.
Es un
sentimiento inherente en nuestra sociedad; nos sentimos violados cultural,
histórica, y políticamente. Los Hijos de
la Malinche son los otros, que no aceptamos, y que, en realidad, son ajenos
a ese sentir que tiene raíces de rompimiento, de quiebre, de orfandad. Aunque,
viendo luz en el camino, es un sentir que nos puede producir la voluntad de
salir de ese agujero.
Referencias: Paz, O. (1950). El Laberinto de la Soledad. Recuperado
de: http://www.hacer.org/pdf/Paz00.pdf